PAÍSES CONTAMINANTES son responsables de generar 25% del CALENTAMIENTO GLOBAL

Cifras del Observatorio Mexicano de Emisiones de Metano (OBMEM), revelan que cada año el país emite alrededor de 6.3 millones de toneladas de este gas, el cual representa 30 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Frente al avance de la crisis climática, un grupo de investigadores del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Facultad de Física de la Universidad de Pekín analizó las emisiones de metano para detectar quienes son los países más contaminantes del mundo.
El metano es el segundo gas más nocivo de la tierra y potenciador del efecto invernadero, el primero es el CO2 y el principal responsable del calentamiento global.
Cuando el cambio climático se volvió una emergencia mundial, 193 países se unieron para firmar el Acuerdo de París, un tratado internacional para reducir las emisiones de gases contaminantes y colaborar entre todas las naciones para enfrentar la crisis climática.
A pesar de que la iniciativa plantea reducir las emisiones colectivas en un 30% para 2030, los resultados del estudio revelaron la expulsión de metano a la atmósferas son por el contrario, un 30% más altas que el total global de los informes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

En este sentido, la investigación determinó que los países más contaminantes con metano son Estados Unidos, Rusia, Venezuela y Turkmenistán, y que otras 8 naciones están cerca de superar su límite de emisión.

¿Cómo hicieron este hallazgo?

El grupo de expertos que realizó el estudio, estuvo liderado por Shen Lulu y analizaron las emisiones nacionales de metano en todo el mundo a través de la observación satelital durante mayo de 2018 y febrero de 2020.

Para recopilar los datos de los niveles de contaminación se utilizó el Instrumento de Monitoreo Troposférico (TROPOMI), un satélite lanzado a la atmósfera en octubre de 2017.
La investigación recibió el apoyo de la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China y contó con la participación de la Fundación Medio Ambiente y Desarrollo de EEUU, la Universidad de Harvard y la Universidad Sun Yat-sen.

El 87% de emisiones de metano no están reguladas

Sólo alrededor del 13% de las emisiones mundiales de metano están reguladas, a pesar de que las emisiones de metano causan al menos el 25% del calentamiento global actual.

Un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres, publicado en la revista ‘One Earth’, también revela que se sabe poco sobre la eficacia de las políticas existentes, ya que se utilizan estimaciones de emisiones de metano potencialmente poco representativas en lugar de mediciones reales.
Las estimaciones inexactas también pueden hacer que los responsables políticos se tomen menos en serio el problema al ocultar su gravedad. Los investigadores sostienen que la falta de regulación y de claridad sobre su impacto debe abordarse urgentemente si queremos cumplir nuestros objetivos climáticos globales.
El estudio sugiere que un planteamiento coherente en todo el mundo, con una cuantificación e información sólidas, podría abrir nuevas oportunidades para reducir drásticamente los niveles de calentamiento global.
Para cumplir el objetivo de 1,5 ºC del Acuerdo de París, las emisiones de metano de origen humano deben reducirse en al menos un 40-45% para 2030, en comparación con los niveles de 2020.

La mitigación del metano no solo es una estrategia rentable para reducir el calentamiento global, sino que también podría mejorar la calidad del aire. En la actualidad, las emisiones de metano están aumentando más rápidamente que en cualquier otro momento desde la década de 1980.
Esta revisión mundial de las políticas sobre metano es la primera que analiza sistemáticamente todas las principales fuentes de emisión de origen humano, la agricultura, la energía y los residuos. Los investigadores se centraron en 281 políticas de todo el mundo, 255 de ellas actualmente en vigor, cuyo objetivo es controlar y reducir las emisiones de metano, examinando la cobertura geográfica, la solidez y la eficacia de las políticas.
El 90% de las políticas nacionales identificadas se han adoptado en tres regiones: América del Norte (39%), Europa (30%) y Asia-Pacífico (21%). A nivel mundial, la investigación muestra que se ha producido un aumento gradual de las políticas sobre metano desde 1974.

Pero las políticas sobre el metano fósil, por ejemplo las dirigidas a las emisiones de los sectores del carbón, el petróleo y el gas, tienden a ser menos estrictas que las dirigidas a las fuentes de metano biogénico, especialmente en el sector de los residuos.

En las jurisdicciones en las que se aplican políticas sobre el metano fósil, otras oportunidades de mitigación incluyen las emisiones a lo largo de la cadena de suministro, por ejemplo, las emisiones de los buques de transporte de gas natural licuado (GNL), que fueron investigadas por un equipo de investigadores de la QMUL dirigido por el doctor Balcombe.
Uno de los principales retos a la hora de medir las emisiones de metano es identificar y cuantificar con precisión las fuentes. El desarrollo y uso de tecnologías como los satélites para controlar las emisiones de metano pueden ayudar a los responsables políticos en la medición, verificación, cumplimiento y detección de superemisores.
La introducción de políticas con una mayor cobertura, soluciones de mitigación que incluyan a las principales fuentes y objetivos mensurables podría conducir a una reducción significativa de las emisiones de metano.

Maria Olczak, investigadora principal de este proyecto de la Universidad Queen Mary de Londres, explica que «la reducción del metano sigue percibiéndose como una opción más que como un paso necesario junto a la reducción del CO2 para combatir el calentamiento global. Y con tantas fuentes distintas, hace falta un mayor apoyo social y voluntad política para actuar».
«Nuestro estudio subraya el valor de establecer políticas predecibles y claras para la industria –prosigue–. Ayudarán a tomar decisiones de inversión eficaces en consonancia con los objetivos de mitigación climática a largo plazo, incluida la disminución de la intensidad de las emisiones y de la producción en las economías desarrolladas y en desarrollo».

Emisiones de metano, riesgos y retos en México y el mundo

El metano (CH4) es el gas de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global después del dióxido (CO2) de carbono.

De acuerdo con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), este gas tiene un potencial de calentamiento 80 veces mayor que el CO2 durante los primeros 20 años desde que se emite.
Por lo tanto, reducir rápidamente sus emisiones resulta fundamental para abordar la crisis climática, limitar el aumento de la temperatura global, así como cumplir con los derechos humanos, en específico, a un medio ambiente sano y a la salud.
“A diferencia del CO2 que tarda cientos de años en desaparecer de la atmósfera, el metano es un contaminante de vida corta que permitiría desacelerar el cambio climático rápidamente”, informa el CEMDA.
Actualmente, a pesar de haber adquirido a lo largo de los últimos diez años múltiples compromisos con otras naciones para reducir las emisiones de metano que liberan a la atmósfera, México se encuentra entre los 10 países que más cantidad de este gas produce.

Cifras del Observatorio Mexicano de Emisiones de Metano (OBMEM), revelan que cada año el país emite alrededor de 6.3 millones de toneladas de este gas, el cual representa 30 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Por su parte, el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, el cual cuenta con datos actualizados al 2021, informa que en México, los principales emisores de metano son: la industria del ganado con el 58.2 por ciento, los residuos de la población con el 28.7 por ciento y el sector del petróleo y gas con el 9.61 por ciento.

Entre claroscuros. Uno de los retos que enfrenta México desde hace casi una década, es lograr que la regulación que existe en el país para reducir las emisiones de metano se aplique.
En 2016, el Gobierno federal, a través de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), publicó las Disposiciones Técnicas para el aprovechamiento del gas natural asociado en la exploración y extracción de hidrocarburos, regulaciones cuyo objetivo era controlar y prevenir las emisiones de metano, específicamente del sector petróleo y gas.

Luego, en 2018, la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos (ASEA), dio a conocer las Disposiciones Administrativas de carácter general que establecen los Lineamientos para la prevención y el control integral de las emisiones de metano del Sector Hidrocarburos, las cuales establecen que en las actividades de extracción de hidrocarburos se debe aprovechar el 98 por ciento del gas natural asociado.

Aunado a esto, las Disposiciones de la ASEA señalan que los regulados deben entregar a la Agencia un Programa para la Prevención y el Control Integral de Emisiones de Metano (PPCIEM), en el que incluyan acciones y una meta integral.
Sin embargo, a pesar de todos estos controles que se han intentado instaurar, a septiembre de 2022, los campos Ku, Maloob y Zaap, que son los principales productores de crudo en el país, alcanzaron una meta de aprovechamiento de gas de 66 por ciento, 69 por ciento y 74 por ciento, respectivamente.
Por otro lado, respecto del cumplimiento de las Disposiciones de la ASEA, el Observatorio Mexicano de Emisiones de Metano, ha identificado que muy pocas empresas del sector petróleo y gas están cumpliendo con sus obligaciones.
“A través de una solicitud de información pública y de un análisis, se encontró que a noviembre de 2022, únicamente el 5 por ciento de las empresas reguladas había entregado su PPCIEM de conformidad con la regulación publicada por la ASEA”, revela el organismo no gubernamental.

Por su parte, El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, advirtió que las emisiones de metano en México están subestimadas en el inventario nacional.

“Las estimaciones satelitales del total de las emisiones de metano en México son 45 por ciento más altas que las reportadas en el inventario oficial y las emisiones del sector del petróleo y el gas son 100 por ciento más altas”.

Pemex, en la mira

La petrolera mexicana se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, el gobierno de México está tratando que la producción de crudo crezca y, por el otro, se comprometieron a disminuir la quema de gas que genera Pemex, retos complicados de lograr de manera conjunta si no se cuenta con la tecnología y los recursos necesarios.

Datos oficiales de Pemex Exploración y Producción, la encargada de la exploración y extracción de hidrocarburos, revelan que en 2018 se liberaron 326 mil 571 toneladas de emisiones de metano.
Para el 2021, último dato disponible, las emisiones aumentaron a 638 mil 755 toneladas. Al día de hoy, no se sabe con certeza la cantidad de contaminantes liberados, pues la información no se encuentra pública como debería estarlo.
A finales del año pasado, la agencia de noticias Reuters, informó que las imágenes satelitales de la NASA de sitios de llamaradas en todo México analizadas para Reuters por científicos del Grupo de Observación de la Tierra de la Escuela de Minas de Colorado, mostraron que la quema de gas ha crecido drásticamente bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

“El volumen de gas quemado saltó en 50 por ciento de tres mil 900 millones de metros cúbicos cuando López Obrador asumió el cargo en 2018 a cinco mil 800 millones de metros cúbicos en 2020, lo que coloca a México entre los 10 principales quemadores del mundo”, informaron.
Desde el 2016, México ha adquirido múltiples compromisos internacionales para disminuir la cantidad de metano que libera a la atmósfera.
El año pasado, durante la COP 27, México anunció la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), mediante la cual se comprometió a reducir de manera no condicionada sus emisiones de Gases Efecto Invernadero en un 35 por ciento al 2030.
Un año antes, en la COP26, el gobierno mexicano se incluyó al Compromiso Global de Metano, una iniciativa de EEUU y la Unión Europea anunciada en septiembre de 2021, para reducir las emisiones globales de este gas.

“Los países que se adhieren se comprometen a reducir las emisiones globales de metano en, al menos, 30 por ciento con relación a los niveles de 2020 para 2030 y avanzar hacia el uso de las mejores metodologías de inventario disponibles para cuantificar las emisiones de metano, con un enfoque particular en las fuentes de alta emisión”, señala el acuerdo.
Para cumplir con las metas contempladas, México se comprometió a elaborar y aplicar estrategias nacionales de reducción de metano en los sectores clave como petróleo y gas.
Sin embargo, apenas unos meses después, fue publicado en el DOF el “Acuerdo por el que se modifica el artículo 31 de las Disposiciones administrativas de carácter general que establecen los lineamientos para la prevención y el control integral de las emisiones de metano del sector hidrocarburos”, con el cual amplió los plazos de cumplimiento.
Aunado a estos, México también es parte del Acuerdo de París desde 2016, en el cual se comprometió a cumplir con metas específicas de reducción: 25 por ciento de sus GEI y de Contaminantes Climáticos de Vida Corta al año 2030. Esto implica una reducción del 22 por ciento de Gases de Efecto Invernadero y una reducción del 51 por ciento de Carbono Negro.

Ese mismo año, durante la Declaración de Líderes de América del Norte sobre la Alianza del Clima, Energía Limpia y Medio Ambiente (La Declaración ACELMA), México prometió –conjuntamente con EEUU y Canadá- bajar sus emisiones de metano en los sectores de petróleo y gas (la mayor fuente de metano del mundo) de un 40 por ciento a un 45 por ciento para el año 2025.
“La falta de cumplimiento de México de sus compromisos internacionales en esta materia impide mejorar la condiciones de vida de la población, pues no se les garantiza el derecho humano a un medio ambiente sano.

“En diversas regiones del mundo se está avanzando con regulaciones cada vez más estrictas, mientras que en México seguimos postergando, por intereses económicos y políticos, la aplicación de la regulación a un sector que está contaminando el aire y afectando la salud de la población y del medio ambiente, especialmente en las zonas donde se extrae petróleo y gas”, dice el Centro Mexicano de Derecho Ambiental./Agencias-PUNTOporPUNTO

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